Una historia espantosa que evoca al fantasma de uno de los criminales
belgas más terroríficos, el descuartizador de Mons, un monstruo anónimo
que actuó en los años 90 y nunca fue identificado. ¿Su sello? La
predilección por mujeres solas y frágiles, descuartizadas en pedazos en
bolsas de basura abandonadas junto a la carretera. Megalomaniac
cuestiona la línea invisible entre víctima y verdugo, una película
sobre el peso del patriarcado y la ilusión del maniqueísmo